- “La generación de cristal” es un término popularmente usado para describir a la generación de jóvenes actuales, a quienes se percibe como especialmente frágiles o hipersensibles ante las críticas, las dificultades o los desafíos de la vida cotidiana.
- El sombrío panorama que ha traído consigo la DANA en Valencia ha movilizado espontáneamente a miles de adolescentes que, sin esperar órdenes o supervisión, se vuelcan en ayudar a las localidades afectadas.
- Las revoluciones no se planifican, llegan cuando nadie las espera. La repentina autoorganización para socorrer a las víctimas de la tragedia ante la inoperancia de la Administración valenciana, abre una ventana de esperanza para resolver otros graves problemas que soporta nuestra sociedad, como la falta de acceso a: viviendas dignas, trabajos decentes, sanidad y educación de calidad o pensiones decorosas.
La crítica hacia las y los jóvenes no es un fenómeno nuevo. Desde tiempos inmemoriales, el conflicto generacional ha sido un tema universal. A Sócrates —aunque quizá sin fundamentos— se le atribuye la frase: “Los niños de hoy en día son unos tiranos. Contradicen a sus padres, engullen la comida e insultan a sus maestros.” Siglos después, Jorge Manrique matiza esa misma idea al afirmar: “cómo a nuestro parecer, cualquier tiempo pasado fue mejor”. Hoy en día, el concepto de “generación de cristal” es un término popular para referirse a jóvenes actuales, a quienes se les percibe como especialmente frágiles o hipersensibles ante críticas, dificultades y desafíos. Se les llama “de cristal” porque, según esta crítica, parecen “romperse” ante situaciones que generaciones anteriores habrían enfrentado con mayor resistencia.
Los defensores de esta etiqueta argumentan que los jóvenes de hoy, debido a una sobreprotección desde la infancia, tienen menor tolerancia a la frustración y una mayor dificultad para enfrentar la adversidad. En ocasiones se les denomina también “generación Pulgarcita”, no por el célebre cuento, sino por la destreza con sus pulgares, producto de un constante uso de dispositivos móviles y redes sociales. Esta generación, afirman algunos, vive en una burbuja virtual, desconectada de las realidades más duras de la vida.
Sin embargo, el reciente episodio de la DANA en Valencia ha ofrecido una imagen muy distinta. El sombrío panorama de inundaciones y destrozos movilizó espontáneamente a miles de adolescentes que, sin esperar órdenes ni supervisión, se volcaron a ayudar a las comunidades afectadas. Con escobas y recogedores, impulsados por un profundo sentido de solidaridad, recorrieron kilómetros —muchas a pie o en bicicleta— para limpiar calles, asistir a vecinos y ofrecer apoyo en las zonas más perjudicadas. Adolescentes, que en sus escuelas no pueden salir sin el permiso de un adulto, tomaron la iniciativa por cuenta propia para ayudar donde más se necesitaba.
Los testimonios y las imágenes de jóvenes trabajando durante esas jornadas dibujan un perfil que desmiente el estereotipo de “generación de cristal”. Aquellos y aquellas a quienes muchos ven como frágiles han demostrado ser, en realidad, empáticas y proactivas, una juventud impulsada por un compromiso genuino con su tierra. Esta generación, a menudo tachada de débil, ha mostrado fortaleza organizándose de manera planificada para retirar muebles arruinados y limpiar escombros. La próxima vez que alguien los juzgue como una generación inútil, debería recordar sus manos llenas de barro, su esfuerzo desinteresado en medio del caos y esa solidaridad que moviliza.
Es cierto que hay quienes critican su estilo, su música o sus intereses, como ha sucedido siempre con cada nueva generación. Sin embargo, quienes los conocen bien saben conectar con sus referencias y entender su visión del mundo. Un ejemplo es el profesorado que inicia sus clases de Lengua y Literatura mencionando al ídolo puertorriqueño Bad Bunny, que en su canción Una Velita recuerda a las víctimas del huracán María en Puerto Rico, 2017: “No olviden la viejita de allí / que vive sola, hay que irla a ayudar. / Recuerden que todos somos de aquí. / Al pueblo el pueblo le toca salvar”.
Las revoluciones no se planifican; surgen cuando menos se esperan. La movilización espontánea para socorrer a las víctimas de la tragedia, ante la inoperancia de la Administración valenciana, abre una ventana de esperanza. Quizás esta misma generación que hoy limpia el barro con sus propias manos también encuentre el camino para resolver otros problemas profundos que enfrenta nuestra sociedad: el acceso a viviendas dignas, empleos estables, una sanidad y educación de calidad, y pensiones decorosas.
Este sábado 9 de noviembre, en Valencia, a las 18:00 horas en la Plaza del Ayuntamiento, esta juventud tendrá la oportunidad de manifestarse y hacer oír su voz, expresando sus demandas y propuestas para el futuro.
Madrid / 07 noviembre de 2024.