• La ciencia está en lo cierto y la emergencia climática va en serio, resulta inexplicable que nuestro país tenga en torno a un millón de edificaciones en zonas inundables.
• No se entiende que, mientras la Universidad de Valencia, el mismo martes por la mañana suspendía las clases viendo la información de la AEMET, la Generalitat anunciaba que la DANA remitiría a media tarde, con las consecuencias catastróficas que hemos conocido. Los daños materiales serían los mismos pero no las pérdidas humanas.
• Apostamos por una escuela que fomente el pensamiento crítico, el racionalismo y la igualdad, formando una ciudadanía libre y responsable, preparada para enfrentar los desafíos de un mundo en constante cambio. En alerta contra los fenómenos naturales y frente a los bulos y noticias falsas que intoxican la convivencia.
“In extrema
necessitate omnia sunt communia“
Traducido como: “en casos de extrema necesidad, todo es común”, tiene sus raíces en el pensamiento de la filosofía escolástica medieval, específicamente en las ideas de Santo Tomás de Aquino.
Enseñanzas con siglos de historia, llegan a la actualidad cargadas de sabiduría, como un recordatorio de que, en los momentos más difíciles, la humanidad tiene la capacidad de compartir, proteger y unirse en torno a la compasión y el bien común.
La ciencia está en lo cierto y la emergencia climática va en serio. Aunque persisten voces negacionistas -personas alineadas con la ideología ultraderechista-, el cambio climático ha alcanzado un nivel de gravedad y urgencia que requiere respuestas inmediatas y profundas para evitar efectos irreversibles en el medio ambiente, las sociedades y las economías de todo el planeta.
Reconocer que el aumento de las temperaturas globales debido a las actividades humanas produce fenómenos meteorológicos extremos debe conducirnos a tomar medidas drásticas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, adaptarse a los cambios ya en marcha y mitigar el impacto futuro. STEs-i, como organización comprometida con el ecologismo, reafirmamos nuestra crítica hacia los sistemas político-económicos actuales que, al priorizar intereses de corto plazo, contribuyen a la degradación ambiental. Es inexplicable que nuestro país tenga en torno a un millón de edificaciones en zonas inundables y que cada vez que se intentan regular normativamente, aparecen resistencias insalvables que esconden siempre detrás espurios intereses.
Este momento de crisis evidencia una vez más la necesidad de integrar la sostenibilidad y la justicia climática en las políticas públicas y educativas, especialmente mediante medidas preventivas y de apoyo a los territorios vulnerables. No podemos permitir que, bajo el pretexto de reducir el gasto público, se debiliten los servicios esenciales para la prevención y respuesta ante emergencias. Las recientes tormentas devastadoras en País Valencià han dejado al descubierto la fragilidad de un sistema que, bajo políticas de recortes, ha reducido la capacidad de respuesta ante emergencias, poniendo en riesgo la seguridad y el bienestar de su ciudadanía. A pesar de las advertencias de la ciencia y la urgencia de actuar frente a los efectos del cambio climático, las instituciones han mostrado una preocupante inacción y, en algunos casos, decisiones que contradicen el sentido común.
Mientras presenciamos un Mediterráneo “hirviendo” durante ya varios veranos, asistimos a la eliminación de la Unidad Valenciana de Emergencias, una medida impulsada por el gobierno de coalición entre el Partido Popular y Vox. No se entiende que, mientras la Universidad de Valencia, el mismo martes por la mañana suspendía las clases, el Gobierno anunciaba que la DANA remitiría a media tarde. Llegó la tragedia y la gente recibió los mensajes de alerta en sus móviles cuando tenían el agua literalmente en el cuello.
La parálisis de los gestores para prevenir y auxiliar en los primeros momentos de la tragedia, y en los días posteriores, contrasta con la rapidez con que los “laboratorios de ideas” de la ultraderecha han orquestado una campaña de desinformación y ataques, llegando a la agresión física del presidente del Gobierno de nuestro país y convocando manifestaciones contra él próximamente. Aprovechando el caldo de cultivo generado por la desesperación de la gente, se han lanzado a capitalizar el descontento con el lema “SOLO EL PUEBLO SALVARÁ AL PUEBLO”. Puede parecer un mensaje inocente y bienintencionado que describe la solidaridad de las personas, pero que retorcido en manos de partidos y grupos fascistas se convierte en una herramienta para fomentar violencia y socavar las instituciones democráticas. Llama la atención que dicho lema tiene sus raíces en los movimientos sociales y populares -de izquierdas- en América Latina, y ha sido adoptado en diversos contextos de lucha social y política en el continente y otras partes del mundo. La apropiación de los marcos mentales de la izquierda con fines diametralmente opuestos, forma parte de la “batalla de las ideas”, en la que la derecha gasta ingentes cantidades de dinero mediante sus Think tanks, como nos recuerda Lakoff en No pienses en un elefante.
La indignación de los vecinos y vecinas de Paiporta al recibir al jefe del Estado, al presidente del Gobierno Español y al Valenciano puede ser comprensible. Pero no lo es que se tradujera en un estallido de violencia verbal y física -muy especialmente contra Sánchez e inapreciable para el resto- promovida por aquellos que aprovechan el dolor ajeno para alimentar una estrategia de populismo contra nuestro Estado de derecho. Aquellos que niegan el cambio climático se disfrazan de ayudantes y promueven el odio y la deshumanización de las personas progresistas. Resultaba disparatado contemplar que, mientras el servicio de seguridad evacuaba a Sánchez, el Monarca se afanaba en explicarle a un joven ataviado con una sudadera de la DIVISIÓN AZUL -y que lógicamente no era del pueblo-, que: “no hagáis caso a todo lo que se publica porque hay mucha intoxicación y muchas personas interesadas en esto para que haya caos”. Al igual que en la pandemia, la crisis climática nos obliga a estar alertas frente a los bulos y las noticias falsas promovidas por sectores que niegan la ciencia y que buscan sembrar el caos -efectivamente-.
La educación y el fortalecimiento de la escuela pública son esenciales para afrontar estos retos. La enseñanza científica salva vidas y puede contribuir a una mejor gestión de los recursos y a la prevención de desastres. Abogamos por una educación en matemáticas que enseñe a repartir recursos de manera justa, no a calcular beneficios basados en la especulación de terrenos vulnerables; por un sistema de aprendizaje que permita desarrollar modelos de predicción precisos para minimizar el riesgo de tormentas. Apostamos por una historia que denuncie injusticias y evite repetirlas, y no una que glorifique solo a vencedores o construya un falso relato con exaltación de glorias pasadas. Queremos una escuela que fomente el pensamiento crítico, el racionalismo y la igualdad, formando una ciudadanía libre y responsable, preparada para enfrentar los desafíos de un mundo en constante cambio. Una escuela transformadora para un mundo mejor.
La clase trabajadora ha demostrado repetidamente su capacidad para afrontar crisis. En la lucha contra el cambio climático y la defensa de nuestros territorios, la solidaridad y el compromiso colectivo serán nuestras herramientas fundamentales. Instamos a sindicatos, organizaciones vecinales y movimientos sociales a alzar la voz contra el abandono institucional y a trabajar juntos en la construcción de un modelo social y económico basado en la justicia climática y social. Invitamos a la ciudadanía a unirse el próximo sábado 9 de noviembre en Valencia, a las 18:00 horas en la Plaza del Ayuntamiento, para elevar su voz en favor de un futuro sostenible y equitativo.
MADRID / 04 NOVIEMBRE DE 2024.