UN ARGUMENTO MÁS EN FAVOR DE LA “GRAN DIMISIÓN”

Madrid, 13 septiembre de 2024. El término The Great Resignation, fue acuñado en 2021 por el Profesor de la Universidad de Texas, Anthony Klotz. Poco tiempo después ha llegado al sector educativo, ya se habla sin tapujos, a nivel mundial de la “Gran Dimisión” o usando otros términos como: renuncia, abandono, o desencanto del profesorado hacia la tarea de enseñar. Un informe de la UNESCO de 2023, subrayaba que la tasa de “dimisión” ha pasado del 4,5% a un 9% en menos de una década. Francia ha notificado 20.000 aspirantes menos en las últimas oposiciones, en algunas especialidades había más plazas que personas.

Educar empieza a dejar de ser una opción atractiva en nuestro país -como en el resto-. El incremento e inutilidad de la burocracia; la falta de tiempo para preparar bien las clases; los salarios insuficientes para atender la conciliación familiar; el mal comportamiento de los y las estudiantes; la falta de respeto por parte de las familias… hace que el profesorado se encuentre cansado, con desánimo, con estrés, frustrado, degradado, insatisfecho y con una importante pérdida de ilusión, que es la peor cosa que le puede pasar a la educación.

En nuestro país, ha empezado en la etapa de Secundaria, una “deserción” sin precedentes, que complica cada semana en todos los territorios, la sustitución de vacantes en especialidades como: Matemáticas, Informática, Física y Química y muchas de FP. La lista se va agrandando por momentos. Se ha llegado al punto de saltarse la exigencia del requisito de Máster de Educación por parte de la Administración educativa. Hasta la fecha, esta situación no se da en la etapa de Infantil y Primaria, pero el impulso de la OCDE para imponer la jornada partida ha abierto el debate, e Isabel Ayuso acaba de anunciar que será obligatoria en los nuevos centros escolares públicos de la Comunidad de Madrid, sin negociar con la parte social. Sin duda esta decisión agrandará el problema.

Quienes defienden la jornada partida, han llegado a exponer que esta combate las desigualdades sociales entre el alumnado y mejora los resultados académicos. Ni una cosa ni otra ha sido demostrada con ningún resultado educativo. Cualquiera de los estudios comparativos internacionales concluye, en cambio, que la brecha educativa en el rendimiento académico se produce principalmente por el nivel socio-económico de las familias. La distancia educativa entre “ricos y pobres” lleva aparejada más de dos cursos de diferencia entre unos y otros, independientemente del sistema y de la jornada escolar. Estas diferencias se observan dentro de un mismo país, territorio e incluso dentro de una misma aula. Las políticas educativas no son suficientes cuando nos situamos por debajo de cierto umbral de necesidad: sin medidas reales para subsanar las diferencias de clase, sin inversión ni recursos, hablar de jornada escolar es un debate estéril que en ningún caso da respuesta a los problemas del alumnado más desfavorecido a nivel económico y cultural.