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8 de marzo 2009: “QUEREMOS ESTAR EN TODAS”

De nuevo el 8 de marzo, de nuevo se nos da la posibilidad de visibilizar como tema central en los medios de comunicación la situación de las mujeres. Aunque siguen oyéndose voces sociales y políticas que proclaman que la desigualdad es cosa del pasado, aunque se han introducido cambios legislativos en los últimos años en favor de la igualdad de mujeres y hombres, la realidad es muy tozuda y contumaz y lo cierto es que no es fácil acabar con formas de pensar y de actuar que han imperado durante siglos.

A pesar del importante incremento de mujeres en el mercado de trabajo y de que las mujeres estamos hoy significativamente mas preparadas que las de hace sólo dos décadas, a pesar de que nosotras somos las que llegamos en mayor número a la universidad, obtenemos notas más elevadas y finalizamos antes los estudios, sin embargo el mercado de trabajo no responde a nuestras expectativas.

Somos las mujeres las que seguimos sufriendo la discriminación laboral y tenemos más dificultades para encontrar empleo. Somos nosotras las que accedemos a los puestos menos remunerados, a los de baja cualificación y a los trabajos a tiempo parcial. Somos nosotras las que sufrimos la discriminación salarial y las que, sólo por el hecho de ser mujeres, recibimos salarios inferiores a los varones en puestos de igual categoría. Somos nosotras las que sufrimos la crisis y el paro antes que los hombres, superando nuestra tasa de paro en diez puntos al paro masculino. Somos nosotras las que sufrimos la falta de implicación de nuestros compañeros varones en las tareas familiares, obligaciones domésticas y cuidado de hijos e hijas, soportando jornadas interminables, dificultades en el acceso al empleo y, en muchos casos, esto supone la renuncia a puestos que puedan dificultar la conciliación y la aceptación de modalidades de contrato a tiempo parcial o trabajo precario. Somos nosotras las que tenemos mayor peligro de exclusión social, especialmente las inmigrantes. Somos nosotras las que formamos la mayor parte de las familias monoparentales – aunque debiéramos llamarlas “monomarentales”- y, por ello, sufrimos problemas económicos, insuficiencia de servicios de guarderías y de atención a personas dependientes. Somos nosotras las que sufrimos la segregación horizontal, que sigue estando presente en unos trabajos claramente feminizados y en otros masculinizados, viéndonos limitadas a sectores más reducidos que los hombres, como demuestra el hecho de que, en Europa, casi el 40% de las mujeres trabajamos en la sanidad, la educación y la administración pública, comparado con el 20% de los hombres, y que sólo el 31,80% de los puestos directivos en empresas y de la administración pública estuviera en manos de mujeres en 2008. En términos generales y teniendo en cuenta todos estos factores, podríamos concluir que las mujeres concentramos todos los índices que pueden considerarse definitorios de precariedad laboral.

Por todo ello, es necesario librarse de estos estigmas y romper estas cadenas opresoras heredadas del pasado. Es necesario reconocer que la mitad de la población tiene problemas para vivir en igualdad de derechos, es necesario librarse de unos estereotipos de género que subyacen e impregnan hasta las entrañas esta sociedad en la que nos ha tocado vivir y que impiden la construcción de un mundo más justo e igualitario. Los estereotipos de género están presentes en cada rincón de nuestras vidas, determinan las miradas, las acciones e incluso las convicciones de muchos y muchas y están tan interiorizados que se aceptan sin más, sin cuestionarlos y, por tanto, sin someterlos a revisión y reaccionar ante ellos.

Sin duda, esto influye en la vida familiar, en la vida laboral, en las relaciones personales y sociales, en los intereses, en la interpretación de nuestro entorno, etc., pero tienen una importancia fundamental en el presente y no es menos cierto ni menos preocupante que influye en la formación académica y la elección profesional de los hombres y mujeres del futuro, que siguen estando claramente diferenciadas por sesgos de género. Todavía hoy se clasifican los estudios, las carreras y las profesiones como de “hombres” y “mujeres”, como si esto evidenciara una diferencia en las capacidades, intereses y motivaciones que se suponen propias de uno u otro sexo. El hecho de que haya carreras, como las ingenierías, en las que no se supera el 30% de mujeres, es un indicador de la segregación de género que sigue impresa en nuestra sociedad y de la existencia de un fuerte componente de rasgos estereotipados sobre el papel social que se deja desarrollar a mujeres y hombres en el ámbito socio-laboral.

Por todo ello, desde la Organización de Mujeres de la Confederación Intersindical y STES-intersindical, para erradicar todo tipo de discriminación de género, consideramos urgente rearmar la conciencia crítica sobre los mecanismos de perpetuación de las desigualdades. Consideramos necesario romper con los estereotipos de género que impregnan nuestra sociedad y abrirla en igualdad de condiciones y de derechos a toda la población. Consideramos imprescindible educar en igualdad a nuestros hijos e hijas, a nuestros jóvenes, en la escuela y en las familias y en todos los ámbitos de su vida. Sólo de esta manera lograremos vivir en una sociedad plural y respetuosa, más justa e igualitaria.

Por ello, en este 8 de marzo, día Internacional de la Mujer trabajadora, QUEREMOS ESTAR EN TODAS.

Organización de Mujeres
Confederación Intersindical
 

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