El ocho de marzo es un día
especial para mujeres de todo el mundo, un día en el que
coincidimos en nuestra lucha por nuestros derechos y por
nuestra dignidad: derecho al empleo digno; a la educación y
a la coeducación; a los recursos materiales, culturales y
sociales; a la representación paritaria; derecho a nuestro
cuerpo, a nuestra sexualidad, a nuestra vida.
A las mujeres del mundo entero nos une nuestra condición de
género, de excluidas de los excluidos, de defensoras de la
resolución pacífica de los conflictos, de protagonistas de
la única revolución incruenta de la historia: la de las
mujeres.
Mujeres Palestinas e Israelíes, crearon juntas Mujeres de
Negro, una Red Internacional de Mujeres contra la guerra.
Mujeres de Colombia recorren la Selva de su país en marcha
contra los asesinatos, el narcotráfico, los paramilitares.
Colectivos de mujeres indígenas mantienen viva la llama de
su cultura y de su relación con la naturaleza, lejos del
infarto ecológico a que el "desarrollo" occidental está
sometiendo al planeta. Mujeres de todo el mundo nos
enfrentamos al neoliberalismo que nos empobrece como
trabajadoras/es y como personas, y al patriarcado, que niega
a las mujeres los derechos como seres humanos y como
ciudadanas.
En el Estado Español hemos alcanzado importantes logros en
los últimos años. Pero, quién iba a decirnos en la década de
los setenta, cuando empezó a organizarse el movimiento
feminista en nuestro país y luchábamos por el aborto libre y
gratuito, por el divorcio, cuando gritábamos que la calle y
la noche también eran nuestras, que en el 2.004 íbamos a
estar luchando por el derecho a nuestra vida.
La violencia estructural -en el empleo, en los medios de
comunicación, en la falta de corresponsabilidad en el ámbito
doméstico, en la escasa representación en los puestos de
decisión- es consentida y perpetuada por las instituciones
llamadas "democráticas y representativas", por las
instituciones patriarcales. Instituciones que se hacen
infinitamente más eco de cualquier tema que les sea rentable
políticamente, que de la violencia contra las mujeres. La
violencia física, psicológica y emocional, que maltrata a
las mujeres y las asesina, está alcanzando, como ponen de
manifiesto cada vez más estudios, niveles de epidemia, sólo
que el virus no es biológico, sino social y cultural, el
virus de una sociedad enferma, de una sociedad patriarcal y
sexista.
La violencia contra las mujeres es un problema social
complejo. Para prevenirla y erradicarla se precisan medidas
y recursos en todos los ámbitos: educativo, laboral,
sanitario, judicial, etc. Se precisa, no propaganda
electoral, sino verdadera voluntad de afrontar el tema. Se
precisa que la ciudadanía, los agentes sociales y la clase
política nos enteremos de que a las mujeres nos están
matando, cada día nos están matando, y nos importe. A las
mujeres nos va la vida en ello, a nuestra cultura y nuestra
sociedad enfermas, también.
Desde la Organización de Mujeres de los STEs-I, hacemos un
llamamiento para que la violencia contra las mujeres se
considere un tema prioritario tanto en la agenda política,
como en los medios de comunicación, y se adopten todas las
medidas necesarias para su prevención y erradicación.
Organización de Mujeres de STEs-I
Marzo de 2004
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